Partimos de la base de que la teoría de las finanzas tradicionales asume que los inversores son racionales, aversos al riesgo y basan las decisiones de inversión en maximizar su satisfacción de obtener ganancias llevando todo esto a unos mercados eficientes.
La realidad es que, a la hora de invertir, estas suposiciones en el comportamiento de los inversores no siempre se cumplen y los mercados no son siempre eficientes. Es por ello por lo que debemos ser conscientes como inversores que existen sesgos cognitivos y emocionales que influyen en nuestras decisiones de inversión pudiendo equivocarnos o no tomar la decisión más adecuada.
Behavioral Finance:
Pero existe una corriente financiera, llamada “Behavioral Finance”, que estudia psicológicamente este tipo de sesgos y que los errores que provocan en las decisiones de los inversores no son aleatorios, sino que son sistemáticos, se pueden predecir y se pueden evitar en la medida de lo posible.
Así pues, es fundamental que los inversores conozcan que sesgos cognitivos y emocionales hay, en que consisten y como poder evitarlos para tomar las decisiones de inversión de la forma más racional posible y que se ajuste a las necesidades y objetivos de cada inversor.
Tenemos dos tipos de sesgos que nos pueden influir en nuestras decisiones de inversión:
- Cognitivos: se producen normalmente por llevar a cabo un razonamiento erróneo fruto de un proceso incorrecto de la información y fallo de recuerdos pasados. ¿Cómo se pueden minimizar? Con más practica del inversor y la obtención de una mejor información.
- Emocionales: se producen por la influencia de sentimientos o que los inversores se guíen por impulsos o intuiciones. ¿Cómo se pueden minimizar? Tratando de apelar a la parte más racional del inversor cuando se identifique un tipo de sesgo de este estilo.
Dentro de los sesgos cognitivos identificamos los más habituales:
- Sesgo conservador: Cuando los inversores de primeras con la información que tienen forman una opinión racional, pero cuando reciben nueva información que puede cambiar su visión o previsión, prefieren mantenerse con la inicial pudiendo llevarlos a tomar una decisión errónea. Posible error: mantener una inversión demasiado tiempo.
- Sesgo de confirmación: El inversor busca o tergiversa nueva información que apoye su visión o previsión inicial y lo que contradiga eso, tiene a ser ignorado o menos valorado. Posible error: concentrar en exceso la cartera por creer que sus ideas son correctas.
- Sesgo de representatividad: El inversor cree que el comportamiento pasado se mantendrá y la nueva información que obtenga la clasificará en base a eso. Posible error: Pensar que una inversión va a tener el mismo comportamiento que en el pasado y que en el siguiente período sea peor por un error en la interpretación de la información.
- Sesgo de ilusión de control: Los inversores piensan que tienen control o influencia sobre eventos que no es así. Posible error: Realizar una operación más de lo necesario por exceso de confianza y pensando que el inversor tiene el control del resultado.
- Sesgo retrospectivo: el inversor tiene a filtrar los recuerdos del pasado de manera selectiva. Posible error: Pensar que se podía haber anticipado un evento y haber actuado en base a ello.
Dentro de los sesgos emocionales identificamos los más habituales:
- Sesgo de aversión a las pérdidas: Les duele más a los inversores una pérdida que les satisface una ganancia. Posible error: Incurrir mucho riesgo manteniendo activos que han perdido gran parte de su valor por miedo a asumir una pérdida.
- Sesgo de exceso de confianza: Los inversores sobreestiman sus capacidades a la hora de tomar decisiones de inversión. Posible error: No medir bien el riesgo buscando un exceso de rentabilidad. No diversificar.